El del domingo pasado, no ha sido el primero ni el único ataque contra la imagen del Gran Poder, de especial devoción entre los sevillanos.

En 1919, en pleno 'trienio bolchevique', un artefacto explotó en la Puerta de los Palos cuando discurría la cofradía del Gran Poder. En aquella ocasión, la talla del Señor no sufrió ningún daño porque la explosión se produjo cuando el paso había abandonado ya el templo metropolitano. Siquiera remotamente, es el precedente más cercano al ataque sufrido por la imagen este domingo.

Era el 18 de abril de 1919. Un artefacto estalló en la Puerta de los Palos cuando la cofradía del Gran Poder salía de la Catedral en su vuelta a San Lorenzo. El Señor había abandonado ya el templo.

La explosión se produjo tras el tumulto provocado a raíz de que un «caballero elegantemente vestido» intentara entrar en la Catedral. Le impidieron el paso dos guardias municipales, que autorizaron momentos después el acceso a tres religiosas.

Esta concesión exasperó al caballero, que provocó un fuerte altercado. El público que se hallaba congregado a las puertas de la Catedral esperando la salida de las imágenes huyó alarmado, contó el diario independiente 'La Unión', cuya redacción se encontraba en el número 20 de la Cuesta del Rosario.



La explosión se produjo cuando, al tratar de retirarse hacia la verja para esquivar el tumulto, un misionero del Corazón de María que se encontraba a los pies de la Giralda junto a otro sacerdote pisó el explosivo que «una mano criminal» había depositado allí.

Preso de terror pánico, el público huyó en distintas direcciones y el padre Ramón Quiza, herido por la carga del petardo o por las piedras que la explosión arrancó del material de la verja, cayó al suelo, informó el periódico. Al misionero, trasladado primero a la casa de socorro de la Plaza de San Francisco y posteriormente a la clínica de la Salud, le amputaron días después la pierna izquierda.

La noticia de la explosión se propagó a la misma velocidad que empezaron a circular fabulaciones, en un antecedente del episodio de las carreras de la Madrugá del año 2000.

Cuando la cofradía del Calvario discurría por la Plaza de San Francisco se propagó la especie de que había estallado una bomba en la Catedral, lo que coincidió con el apagón del alumbrado público. «En los palcos y plateas no quedó nadie. Por la calle Granada y la Plaza Nueva la gente corría, arrollando cuanto encontraba al paso y perdiendo en la huida mantones, sombreros y otros efectos», describió el cronista de La Unión. Ni el Gran Poder ni el Calvario alteraron el «orden y silencio» de sus cortejos procesionales. Fantasía popular

«La fantasía popular efectuó su 'raid de aviación'. Se decía que se había encontrado otro petardo dentro de la Catedral, muy próximo al Monumento, cosa que es completamente falso», añadió.

La explosión del petardo provocó un hoyo en el suelo de unos 30 centímetros de diámetro y unos 15 de profundidad y daños en el zócalo de la verja. También apareció en el lugar de los hechos un clavo de unos siete centímetros, parte posiblemente de la carga explosiva.

Hubo otros 'daños colaterales'. Aquel suceso redujo la presencia de público en la calle, lo que (según la prensa) quedó patente en la entrada de la Macarena.



Pedro G. Romero, en su libro 'Los comienzos del espectáculo en Sevilla', recuerda que la autoría de aquel atentado correspondió a los 'Charlots', un grupo de terroristas y pistoleros al que se le atribuye también el tiroteo contra el arquitecto Aníbal González.

Desde las páginas de El Correo de Andalucía, Muñoz y Pabón lanzó una idea que pese a la favorable acogida inicial no llegó a prosperar. En un artículo titulado 'Hagamos patria', el escritor sugirió la organización de una salida extraordinaria con la imagen del Señor del Gran Poder en gesto de desagravio. El cardenal Almaraz y el alcalde de sevilla, conde de Urbina, llegaron incluso a fijar la fecha (domingo 4 de mayo de 1919), pero la junta de oficiales de la hermandad se opuso a aquella procesión.



Mirada Cofrade, al pie de la noticia