La Saeta es, ante todo, la nota más apasionada y sentida de la Semana Santa, porque en las venas se siente y en las venas se lleva esta oración hecha cante. 



La saeta es la expresión de una liturgia popular, sentimiento derretido que quema las entrañas , grito de amor y agonía con el que el pueblo andaluz canta a sus Sagradas Imágenes, para contarles sus citas, para aliviarles sus penas, para ensalzar la belleza de María Santísima que, aunque transida de dolor por el martirio del Hijo, va guapa como Ella sola, como llena de gracia que es, y bendita entre todas las mujeres. 




La Saeta tiene, como todo , unos antecedentes históricos: como canción popular es muy antigua, se le llamaba “cantar la Pasión”, y su primitiva forma era una entonación recitativa de la Pasión de Jesucristo, que el pueblo no siempre cantaba entera, sino que la fraccionaba convirtiendo un larguísimo romance en varios cantos basados en estrofas generalmente  octosílabas . Eso proviene de que la himnodia cristiana, gracias a San Ambrosio de Milán, fue adaptando la salmodia hebrea para enriquecer así, la liturgia cristiana, y el pueblo de España enriquecido por la fe que ya tenía lo incorporó a sus rezos, esos rezos salmodiados que, poco a poco, fueron calando en la costumbre y en la devoción de los cristianos, durante varios siglos.






    Así llegó esta costumbre al siglo XIX, en que ya el concepto estético flamenco trastorna las canciones anteriormente existentes, y termina por crear un canto nuevo, que continúa practicándose en la Semana Santa, preferentemente dedicado a las imágenes representativas de la Pasión de Jesucristo, que la fe del pueblo cristiano sacaba en procesión.