Su Santidad Benedicto XVI ha acordado, como bien saben todos, el Rito de Beatificación de Manuel Lozano Garrido. Ha encomendado su Representación al Excmo. Señor Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Mons. Ángelo Amato, y tendrá lugar, en Linares, el próximo día 12 de junio de este año, a las 19’30 horas.

Finalizados los trámites del proceso canónico, que se inició el 5 de noviembre de 1994, bajo la presidencia de mi predecesor en esta Sede, Excmo. Señor D. Santiago García Aracil, el 2 de marzo de 1998 se promulgaba el Decreto de validez en Roma. El 21 de enero del año 2000 se abría el proceso sobre “posible milagro”, que se aprobaba, por el Santo Padre, Benedicto XVI, el 19 de diciembre de 2009. El 12 de febrero se nos comunicaba,desde Secretaría de Estado del Vaticano, el acto de Beatificación en Linares, lugar de su nacimiento, el 9 de agosto de 1920 y de su muerte en un 3 de noviembre de 1971.

Manuel Lozano Garrido fue un Joven de Acción Católica, periodista y escritor, comunicador de alegría a los jóvenes desde su invalidez.

Nació en Linares (Jaén, España) en 1920, a los 22 años una parálisis progresiva le sentó en un sillón de ruedas, su inmovilidad fue total, sus últimos nueve años también ciego.

Lolo fue un joven seglar, un cristiano que se tomó en serio el Evangelio, o como decía de él Martín Descalzo: “Se dedicaba a ser cristiano, se dedicaba a creer”. Pero este joven de Acción Católica, que mantuvo la perenne alegría en su permanente sonrisa, “varón de dolores” y sin embargo sembrador de alegría en los cientos de jóvenes y adultos que se acercaban a él en busca de consejo, tenía un secreto: “Hacía vivir la alegría en el dolor”.

La vigencia de un hombre, después de su muerte, está en función de lo que fue o de lo que hizo, y aunque "Lolo" solo fue físicamente un remedo de hombre, pues permaneció más de 25 años inmóvil, anclado en un sillón de ruedas, ciego durante los últimos nueve de su vida, y sometido a constantes y lacerantes dolores, hizo cosas insospechadas y sorprendentes, como trabajar con jóvenes, fundar revistas y, sobre todo, escribir.

"Lolo" escribió de todo: artículos de prensa, cuentos, cartas, ensayos y, principalmente, libros. Nueve libros profundos y, al propio tiempo, súper amenos, en los que habla de todo, pero esencialmente del dolor, y no con resignación, ni con la obligada aceptación que impone su atadura, sino con alegría, con la convicción de que el sufrimiento era el vehículo ideado por Dios para él, para su realización y salvación.