En la fiesta Pilato solía soltarles un preso, el que pidiesen.

Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con los rebeldes que habían cometido homicidio en la insurrección.

La multitud se levantó y comenzó a pedir que les hiciese como acostumbraba.

Entonces Pilato les respondió diciendo: —¿Queréis que yo os suelte al rey de los judíos?

Porque sabía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.

Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.

De nuevo intervino Pilato y les decía: —¿Qué, pues, queréis que haga con el que llamáis “el rey de los judíos”?

De nuevo gritaron: —¡Crucifícale!

Entonces Pilato les dijo: —¿Pues, qué mal ha hecho? Pero lanzaron gritos aun más fuertes: —¡Crucifícale!